jueves, 17 de mayo de 2018

MEDICINA PARA EL SíNTOMA


Hace alrededor de cuatro años atrás, sufrí uno de los episodios en mi vida que más miedo me habían dado hasta ese entonces. Pensé que moriría ahogada. 

Era verano y el día estaba perfecto para disfrutar de un buen chapuzón. Una prima de mi esposo estaba difrutando de sus vacaciones con nosotros así que, mientras mi esposo trabajaba, las dos decidimos pasar la mañana entera en la alberca, preparamos unos sandwiches, algo de fruta, agua, toallas, bronceador y ¡listo! ¡al agua patos!

Los departamentos en los que vivíamos en ese entonces contaban con dos albercas, una grande y la mayor parte de ella era honda así que decidimos irnos a la pequeña, donde sólo una parte era honda y el resto de altura considerable para quienes no supieran nadar, que era el caso de mi prima, además de que estaba casi enfrente del departamento.

Ella se quedó asoleándose y yo decidí nadar un rato así que entré a la alberca y lo primero que hice fue sumergirme completa para mojar mi cabello cuando al salir algo muy extraño me sucedió. Apenas me reincorporé todo a mi alrededor empezó a dar vueltas y vueltas sin parar, era como estar en un remolino o en uno de esos juegos de la feria  y no había forma de detenerlo. No quise alarmar a mi prima pero sentía que estaba a punto de perder el sentido, no había un salvavidas que pudiera auxiliarme y ella no sabía nadar así que empecé a angustiarme de una forma terrible, pensé que si me desmayaba no habría nadie para sacarme de allí. Sólo me restaba tratar de llegar a la orilla antes de perder el conocimiento. Como pude lo hice, me era casi imposible salir de la alberca así que me agarré de una columna y arrastrándome pude por fin tocar tierra, el problema era que el mareo seguía igual o más intenso. Al fin, pude recostarme en un camastro y mi prima le habló de inmediato a mi esposo. Mientras él llegaba intenté comer algo dulce pensando que pudiera ser una baja de presión, pero no. Allí entendí que lo que me estaba pasando era un ataque severo de vértigo, una laberintitis severa. Muchísimos años atrás me había pasado pero no de esta forma tan dramática, así que pude identificar los síntomas. Llegó mi esposo y nos fuimos corriendo al hospital. 

Mientras estábamos esperando al doctor, le dije a mi esposo que por favor se metiera a internet desde su celular y buscara "laberintitis según Louise Hay" y que por favor me lo leyera. Esta mujer fue de las precursoras en relacionar y estudiar las causas psicológicas y espirituales con la aparición de las enfermedades. ¿Cómo supe de ella? Muy simple, mi papá, quien es Doctor, me la presentó a través de un libro.  Mi esposo me leyó lo siguiente: "Las personas con vértigo tienen la angustiosa impresión de perder el equilibrio. Son personas que sienten dudas y temores antes el hecho de tener que tomar una decisión o dar el primer paso hacia algo nuevo, desconocido. A veces, son personas que ya han llevado a cabo cambios de los que quizá no están del todo convencidas y que quizá no aceptan o respaldan las personas más próximas. Tener vértigos es una manera de huir de algo o de alguien a quien no se quiere ver o escuchar. Puede existir la sensación de que las cosas o situaciones avanzan demasiado rápido, lo que impide ejercer el control deseado. Esto genera inestabilidad y ansiedad."

Haciendo un profundo análisis de lo que escuché, y siendo muy honesta conmigo era exactamente por lo que yo estaba atravesando en ese momento. Así que esperé a que me pusieran vía intravenosa el medicamento necesario para sacarme de la crisis, me dieran de alta y desde ese momento empecé a trabajar en mi enfermedad, no en mi síntoma, esto último también lo aprendí de mi padre quien durante toda su vida y hasta el día de hoy cada vez que me enfermo y acudo a él me dice lo mismo, "te voy a dar el medicamento para que cures el síntoma, pero está sólo en ti curar la enfermedad".

He de decir, que mi papá es de los mejores doctores que conozco, tiene su carácter sí, pero médicamente es un conocedor de su profesión. Él me regaló un libro que traigo conmigo a donde vaya, y es justo la foto que pongo en esta Historia de Vida, "Obedece a tu Cuerpo. Descubre la Verdadera Causa de tu Enfermedad". Es un libro maravilloso, escrito por Lise Bourbeau en donde te explica perfecto el origen de tu enfermedad y por medio de cuestionamientos en donde uno tiene que ser honesto, reflexionar e irse a su interior empiezas a desbloquear desde la emoción, la mente y el espíritu todo aquello que es necesario cambiar de tu persona. La enfermedad es la voz que grita ¡basta! es momento de que pongas manos a la obra y cambies.

Mi papá ejerció toda su vida la medicina en el Instituto Mexicano del Seguro Social, es jubilado actualmente, pero un fiel creyente en que todo padecimiento tiene solución y le creo, sólo hay dos cosas en las que se tiene que trabajar para sanar:  el tratamiento médico adecuado y el deseo sincero de querer sanar haciendo los cambios necesarios en actitudes, sentimientos y emociones que sólo ocasionan sufrimiento.

La laberintitis puede tardar meses en sanar, es una condición tremenda, porque todo el tiempo estás mareado y vomitando. Yo tardé sólo una semana trabajando desde mi interior y la enfermedad desapareció.

Cada uno sabe lo que trae cargando "en su morral" como diría mi madre. Uno puede salir al mundo y decir no pasa nada, pero por dentro, sólo uno sabe por lo que está atravesando. Cualquier enfermedad, por pequeñita que pudiera ser, es una alarma que te indica que es momento de hacer una limpieza interior desde lo más profundo, para que el exterior brille y nunca más vuelva a sufrir. Consulta a tu médico cuando te sientas mal, pero siempre recuerda que él sólo atacará el síntoma, está en ti, curar la enfermedad.

¡Que tengas el mejor de los días!

No hay comentarios:

Publicar un comentario