sábado, 28 de febrero de 2015

MARÍA ROSA MÍSTICA

En mi lucha por ser mamá he pasado por muchas situaciones esperanzadoras, pero también otras muy desalentadoras. Han sido años y años de lucha, y es justo decir que aún no bajo la guardia. Estudios clínicos los que no se imaginan, siete inseminaciones, hormonas, inyecciones, cirugías, en fin todo lo médica y éticamente posible, tanto aquí en Houston como en Monterrey. En todo este proceso he tenido un aprendizaje grandísimo, ¡inmenso! diría yo, pero el más importante de todos, el de mi conversión. Sí, mi conversión, cuando se supone declaraba ser una persona cristiana y devota.

Siempre me jacté de que Dios y yo teníamos una relación estrecha, de esos amigos que siempre están contigo y te dicen las cosas como son, sin tapujos. De hecho en varias de mis "Historias de Vida" lo platico. Lamentablemente, dentro de todo este torbellino de emociones que se viven cuando entras en procesos como estos, empecé a perder a ese amigo, en algún momento lo dejé de lado, lo olvidé.

Inmersa en mi deseo (no sé si obsesión), siempre en mis oraciones pedía  a Dios me diera un hijo, creo que ese fue el problema, decirle a Dios lo que tenía que hacer. Y en ese pedir y en las respuestas obtenidas, mi enojo, frustración, desilusión empezaron a ganarme. Ya mis oraciones eran de reclamo y señalamiento. Veía noticias de gente que abandonaba bebés, en las calles veía cómo padres maltrataban a sus hijos, escuchaba casos de mujeres que abortaron, y una y otra vez se lo eché en cara a Dios. ¡Cómo era posible que a ese tipo de gente les diera la bendición de ser padres y a mí que por tanto tiempo se lo había pedido me lo negaba! No dejé de creer en Dios, pero sí en su promesa. Fuerte, pero cierto. Dejé de orar. Lo que yo no sabía es que María, Madre de Dios, estaba muy atenta a mi sentir y decidió visitarme cuando menos la esperaba.

Meses atrás, antes de ir a Monterrey a seguir con mis tratamientos mi esposo recibió un mensaje de alguien a quien teníamos mucho de no ver, el mensaje decía "Víctor, María me dijo que le llevaras un ramo de rosas rojas a su advocación de la Virgen de Guadalupe, busca una iglesia cerca de ustedes y llévaselas". Así de sencillo, así de simple, pero a la vez así de incomprensible. Lo hicimos. He de confesar que nunca entendí por qué teníamos que hacerlo.  

Pasaron meses después de ese mensaje. Estando en Monterrey en espera de mis siguientes estudios e inseminaciones, mi mamá me invitó a rezar el rosario a María Rosa Mística como lo hace toda la semana junto con sus vecinas. Jamás olvidaré su cara cuando le dije "reza tú por mí, porque yo ya me cansé, a mi ni Dios ni la Virgen me escuchan ¡ah! y de una vez reza por la salvación de mi alma porque sin duda ya me condené por hablar así", como siempre mamá prudente, cerró la puerta de mi cuarto y se fue sin decir nada. Todas las semanas era la misma invitación y la misma respuesta. Un buen día, estando en casa de mis papás, escuché que le gritaban a mi mamá afuera de la casa, supuse era alguien que quería vender algo. A los diez minutos entra mi mamá al cuarto y me dijo "mañana te levantas temprano porque la Virgen viene a visitarnos y quiere que le recemos", pensé que le tocaba a ella rezar el rosario como cada semana a María Rosa Mística. "Pues bueno, ya me tocaba, lo rezaré con ella", fue lo que pensé. Quien le gritaba afuera era una señora que jamás había visto mi mamá y le preguntó si queríamos recibir en la casa a María y tenerla con nosotros una semana para rezar el rosario junto a ella. Temprano, de mañana, llegaron unas señoras en procesión cargando a la Virgen de Guadalupe, mamá ya había preparado el altar para recibirla. Me sorprendí mucho cuando la vi. Lo primero que vino a mi mente fue aquel mensaje que recibí meses atrás para llevarle rosas rojas a la Virgen de Guadalupe, mi piel se erizó y en mi mente sólo escuchaba "te busqué por mucho tiempo y al fin te encontré". Yo era de las personas que no rezaba el rosario, sólo lo hacía en ocasiones. Durante meses, quizá años, le cerré las puertas de mi corazón, así que decidió tocar las puertas de mi casa para entrar en ella y ya jamás salir. Muy sorprendida, le pregunté a la señora que había llevado a la virgen cómo había elegido la casa de mi mamá. Ella sonrió y señalando a María me dijo "yo no elijo las casas, es ella quien lo hace". Mis lágrimas empezaron a rodar y es a partir de ese momento que me uní a los rosarios todas las mañanas en las diferentes casas. Entonces también, conocí a María Rosa Mística, ya que una vez a la semana se ofrecía el rosario en honor a ella.

Me tocó ver muchas manifestaciones durante este tiempo. Testimonios de las mismas señoras, vi cómo al finalizar los rosarios había escarchas en todos lados. Fue algo sorprendente, milagroso. Pasaron los meses, las siguientes inseminaciones y nada. Mis miedos me ganaban y siempre le cuestioné a María y a Dios por qué no me escuchaban, la diferencia era que aún así, yo continuaba rezando. Cuando estaba a punto de realizarme la última inseminación, mi esposo recibió un mensaje nuevamente. Era la misma persona que muchos meses atrás le había pedido que le llevara rosas a la Virgen de Guadalupe. Nos encontrábamos en Monterrey y a nadie le comentamos porque realmente sólo fuimos a mi procedimiento. Esa amiga vive allá precisamente. Le decía en el mensaje que quería platicar con él. Víctor le marcó por teléfono y se pusieron de acuerdo para verse. Ese día yo me quedé dormida en casa de mi cuñado y sólo fue  mi esposo a verla, era un día antes de mi última inseminación. Cuando llega y me platica su encuentro no podía creer todo lo que escuché. Yo tenía demasiados años de no verla y no saber de ella. Le hablé por teléfono y me ganó el deseo de visitarla. Al abrir la puerta de su casa recuerdo aún lo primero que me dijo "Vero, no tengas miedo, Dios siempre ha escuchado tus oraciones", en ese momento no paré de llorar. Hicimos oración, sanación y me sentí lista para lo que viniera. Al siguiente día se llevó a cabo el procedimiento. Viví una manifestación hermosa de la Virgen, mi sábana y bata de hospital estaban escarchadas, igual mis brazos. En ese momento entendí que fuera cual fuera el resultado, María estaba conmigo en todo momento y no me soltaba de su mano. Como madre entendía perfecto mi sentir, mis miedos, mis lágrimas, mi sufrimiento. Y es desde entonces, que yo no me suelto tampoco de su mano. Entre las escarchas plateadas, también había escarcha roja, que significia, sacrificio. Así que mi esposo y yo ofrecimos nuestro silencio en las redes sociales y ¡vaya que es un sacrificio! ya que me encanta estar en contacto con la gente que quiero. 

El resultado fue el mismo que los anteriores, pero mi sentir fue completamente diferente. Experimenté por primera vez mucha paz al saber que no había funcionado. Las seis inseminaciones anteriores habían sido sólo llanto, desilusión, enojo, frustración, cuestionamientos. María, estaba junto a mí, fortaleciéndome y llevándome nuevamente al camino de Dios. Ella fue quien me acercó poco a poco, despacito, a reconciliarme con su Amado Hijo. Sin duda hicimos las paces y desde entonces tampoco me separo de Él. Mi sacrificio lo continué y prácticamente el año pasado no utilicé las redes sociales, hasta que un buen día, platicando con quien me acercó a María y nuevamente a Dios, me dio un mensaje claro de parte de Él y de sus ángeles. Tu misión es la comunicación. Tienes que comunicar el mensaje de Dios y María a muchas personas. Me dijo que había abierto una página en Facebook que ella no podía administrar y quien lo hacía tampoco, así que me preguntó que si podía hacerlo y acepté. Y esa página era, asombrosamente, en honor a María Rosa Mística. Es increíble como Dios, sabiendo el sacrificio que estaba haciendo, me invitó a seguir publicando pero esta vez para proclamar su grandeza y cómo su Madre Amorosa, obra en todo momento y nos lleva hacia Él.

Han habido muchas manifestaciones, unas impresionantes y de no creerse, en nuestra casa y en nuestras vidas y ha sido desde que decidí abrir nuevamente las puertas de mi corazón a María y a Dios. Hemos recibido muchos mensajes y eso sin duda, sigue fortaleciendo nuestra FE y nuestra ESPERANZA.

He entendido que a Dios hay que dejarlo obrar, no podemos decirle qué hacer, porque Él sabe perfectamente lo que necesitamos. Todo es perfecto, aunque parezca imperfecto. Dios, siendo todo poderoso, no va a hacer algo mal hecho, mucho menos dejará que el maligno obre. Al contrario, todo lo que recibimos de Él es para bien nuestro, lo importante y lo que quiere es que aprendamos de ello.

Todos pasamos pruebas, siempre lo he dicho, el dolor es el dolor, no importa cuál prueba estés pasando, el dolor es el mismo para todos. Lo que sí me queda claro y lo aprendí en todo este proceso de conversión, es que en tanto más lejano estés de Dios, el dolor se tornará entonces intenso y parecerá eterno. Jamás te canses de orar, si estás contento, ora; si estás triste, ora; si estás desesperado, ora; en todo momento, ora. Estamos en plena cuaresma, tiempo de reflexión, perdón y conversión. No dejemos de orar, no nos apartemos de Dios, acerquémonos a María y permitamos que ella nos lleve de la mano a su Hijo. Toda oración es escuchada y contestada. Sólo que los tiempos de Dios definitivamente no son los nuestros.

La página en Facebook se llama Una Carta de Amor a María Rosa Mística y de la cual una servidora es el instrumento para llevar sus mensajes a quien necesite escucharlos.

Que este tiempo de reflexión, nos permita seguir viendo y experimentando las maravillas que Dios obra para bien nuestro. 

¡Así sea!

¡FELIZ VIDA!